MEDITACIÓN ABRAZA A TUS EMOCIONES Y A TU NIÑO INTERIOR

Meditación guiada. abraza a tu Niño Interior

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Definición Niño Interior

El niño Interior es una herramienta que simboliza cuál es tu estado emocional.
Al cuidar de este símbolo, con tu protección, apoyo, comprensión, cariño…, estarás ayudando a sanar y madurar tus reacciones emocionales.
El adulto simboliza tu parte racional.
Cuando razón y emoción se unen, juntos pueden focalizar metas, soluciones y objetivos.
He creado esta meditación guiada, para que puedas conectar con tus emociones, darle una salida, aceptando cualquier estado que sientas, desde la ternura y la compasión, entendida como comprensión.
El objetivo es que encuentres en tu interior un espacio donde poder sentirte libre, un espacio donde puedas expresarte, un lugar seguro, sin juicios, en donde todo es perfecto como es.

Meditación guiada, abraza a tu niño Interior

Colócate en un lugar en el que te sientas cómodo.
Sentado o tumbado.
Coge un cojín y abrázalo.
Cierra los ojos.
Siente tu respiración.
Imagina al inhalar una sensación de bienestar, tranquilidad, paz….
Imagina al exhalar, como expulsas cualquier tensión de tu cuerpo, así como malestar, tristeza, enfado, ira…
Repítelo hasta sentirte completamente relajado y liberado.
Inhala tranquilidad…1… 2 … 3 … 4 …
Exhala tensión…1 … 2 … 3 … 4 …
Visualiza, como tu cuerpo se va relajando más y más siéntelo en tus pies, rodillas, cadera, vientre, espalda, pecho, hombros, brazos, cuello, cabeza….
Siente tu cuerpo completamente relajado.
Ahora centra tu atención en tu pecho.
Siente el movimiento que hace al compás de tu respiración.
Visualiza tu corazón.
Aprecia, como desde el interior de tu pecho, va calentando poco a poco, el tórax, y como esta sensación se expande a todo tu cuerpo.
Mantén esta sensación de calidez, siente el abrazo cálido, tierno, dulce….
Trae a tu pecho una imagen tuya de cuando eras niño.
Ahora, cuando cuente hasta tres, visualiza como esa imagen brota de tu pecho y se coloca delante de ti.
Uno... dos… tres… visualízalo.
Pon atención a este niño, él representa tu parte emocional.
Atendiéndolo podrás cubrir tus propias necesidades.
Míralo, observa con detalle, su edad, cómo va vestido, su peinado, qué expresa su rostro, sus ojos, si está contento, triste o enfadado.
Abrázalo, cógelo en brazos, tranquilízalo, mécelo, dale todo el cariño que necesite, hasta que notes que está calmado.
Al mismo tiempo abraza al cojín.
No reprimas nada, todo es perfecto, libérate de la pesadez de cualquier emoción que surja en todo momento.
Observa cómo te sientes en compañía de este niño, y cómo se siente él contigo.
Si hay alguna resistencia, es el momento de reconciliaros, de pediros perdón.
Mientras lo abrazas, dile que siempre estarás a su lado, para escucharlo, protegerlo, apoyarlo, cuidarlo…
Nunca más estará sólo.
Cuando estéis preparados, invítalo a salir de la habitación contigo.
Pídele que te lleve al lugar que más le guste, donde mejor se sienta.
Cógelo de la mano y salid juntos a la calle, atraviesa tu barrio actual, o el de tu infancia.
Caminad juntos hasta ese lugar.
Juega con él, en ese sitio tan seguro y especial para los dos.
Mientras jugáis.
Inhala y percibe el aroma del entorno, olor a césped, tierra mojada, flores, vainilla, algodón de azúcar, a cualquier aroma que te recuerde tu niñez…
Contempla el entorno, la luz que hay, los colores vivos, verdes, azules, amarillos, anaranjado, rojos, mira los árboles, el agua, las nubes, el cielo, el sol…
Siente la sensación que te produce este lugar en tu cuerpo, calidez, ligereza, vitalidad, energía, alegría, siente la brisa, la caricia del sol…
Escucha con atención todos los sonidos, canto de pájaros, música, viento, sonido del mar, la voz de algún ser querido, diciendo “todo es perfecto” …
Deja que todos tus sentidos se impregnen de estas sensaciones.
Reíros, jugad, correr, saltar… haced lo que sintáis, en este espacio no hay limitaciones, todo es posible.
Si os apetece, podéis invitar a vuestro espacio, a cualquier persona por la que sintáis nostalgia.
Puede ser una, pueden ser varias.
Invitarlas, y enseñarle el sitio.
Jugad todos juntos, abrazaros, disfrutar de la compañía.
Permaneced así el tiempo que necesitéis.
Impregnaros de la alegría de compartir este espacio con tus seres queridos,
Mientras continúas abrazando a tu cojín, permite que estas sensaciones se extiendan por tu cuerpo y por todo tu ser.
Abraza tu alegría, abraza tu tristeza, abraza tus miedos, cualquier cosa que sientas está permitida.
Si tienes ganas de reír ríe, si tienes ganas de llorar llora.
Tienes derecho a sentir.
Acepta a tus emociones, dales compañía, consuelo, cariño, comprensión…
Y cuando te sientas preparado, es el momento de regresar.
Despediros sólo por este momento de todos los que han venido.
Visualiza como regresan al lugar que les corresponde.
Despediros del lugar.
Coge a tu niño de la mano y mientras os alejáis, te sientes bien, te sientes calmado, te sientes en paz, en armonía…
Sabes que este lugar está accesible desde este momento para ti, siempre que quieras podrás volver a ahí.
Recuerda que esta paz, también forma parte de ti.
Regresad juntos por la misma calle, hasta llegar de nuevo al lugar donde te encuentras.
Mira a tu niño y dile que, a partir de ahora, vas a cuidar de él, de sus emociones, de sus necesidades, y que vas a estar ahí para apoyarlo y protegerlo.
Ahora tiene el permiso para hacer lo que nunca se atrevió.
Que cualquier cosa que sienta o haga, está bien.
Sella este pacto con un abrazo, y mientras lo haces, siente como se integra a tu corazón.
Siente su calor, su compañía dentro de ti.
El y tú sois el mismo cuerpo, la misma persona.
Con esta sensación, inspira profundo, y al exhala lento.
Poco a poco comienza a mover los dedos de los pies, los dedos de las manos, brazos, piernas, cabeza…
Bosteza…
Estírate…
Cuando estés preparado abre los ojos.

LIBÉRATE

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¿Qué conseguirás?

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Experimentarás cómo este modelo te va a facilitar enormemente la tarea de producir cambios duraderos.
Sentirás la potencia que tiene trabajar con valores y cómo ayuda a desbloquear situaciones encalladas.

¿Qué son los valores?

Los valores generan emociones. Los cambios vienen generados por lo que hacemos con esas emociones.
Son conceptos mentales relativos a cada persona que una vez llevados a la acción se hacen sólidos, y eso es lo que conforma la personalidad de cada uno.
Son la energía que hay detrás de nuestras metas.
Los valores ayudan a que nos comprometamos.